Sarai jaló la puerta antes de empujarla de nuevo - si escuchas ruidos afuera, no salgas por ningún motivo.
-¡Espera!, ¿dónde está Juan… - Cerró.
El olor a moho llegó a sus fosas nasales. El suelo estaba cubierto de una pequeña capa de polvo. Los utensilios dispersos alrededor, los que deberían ser brillantes, estaban opacados por la falta de uso. Las gruesas mantas protectoras de la cama, habían tomado un color marrón. María se abrazó a si misma, separándose de las ventanas. Se topó a la pared y se deslizó junto a un mueble pequeño.
“¿Por qué estoy aquí?. No debí venir”. Se reprendía. “¿Qué pasó con Juan?...”.