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Capítulo 37.

Dak Ho:

Me recargue del lavamanos del baño, me mire al espejo y había rastros de sangre saliendo de mi nariz, ya era la tercera vez en esta semana que me sucedía.

Me limpie la nariz y salí del baño, hoy me sentía mucho más cansado que ayer, por mas que tratara de dormir, no lograba hacerlo.

—Dak Ho —Summer se acercó a mi—, siéntate estás pálido.

—No me toques —espeté molesto.

—Dak Ho...

—¿Que? ¿Te harás la preocupada ahora? Te dije que no me toques —mascullé y ella se alejó— no quiero verte ahora.

—Dak Ho, déjame aunque sea cuidarte, estás enfermo.

—Estoy bien maldita sea, largo —jadee—. Vete de mi vista Summer.

Ella salió de mi habitación. Me acosté en la cama por que sentí que el aire se me estaba yendo. Cerré los ojos por un instante y comencé a recordar cuando vi a Jenn por primera vez, en lo hermosa e inocente que era mi chica hace tres años.

Ahora ya no queda nada de ella, todo debido a mi y a mi familia.

Quisiera poder conocer a mis hijos, poder abrazarlos y decirles que siempre los amaré. Pero no puedo debido a que estoy prácticamente encerrado en estas paredes.

Hace unos días fui al médico por que comencé a sentirme mal, me daban algunos mareos y no tenía nada de fuerza. Luego me sangraba la nariz de la nada. Resulto que tengo un tumor en la cabeza del tamaño de un durazno pequeño.

Según el medico es inoperable y lo que me queda es esperar a que llegue el momento de morir. Ya lo he aceptado, quizá el morir sea mi unica salvacion.

Me pare de la cama y salí de la habitación y dirigirme al jardín. El caminar se ha vuelto una tortura ya que cuando lo hago los músculos me duelen demasiado. No podía quedarme acostado, eso sería peor para mi.

Park estaba afuera esperándome, me senté para estar más cómodo.

—Tiene que seguir con el tratamiento señor —me dijo el señor Park—, si no lo hace, morirá.

—No tiene caso hacerlo Park, escuchaste al médico ese día, lo que tengo no tiene cura alguna y ya me resigne en que moriré.

Lo único que deseaba en este momento era abrazar a mis hijos, decirle cuánto los amo y que sepan que luche por ellos hasta el final.

Confié y terminé perdiendo a las personas que más he amado en la vida, que es ella y mis hijos.

Pero no puedo irme de este mundo sin dejar a mis hijos a salvo de el. Ya me quito tres años de sus vidas, ahora que perderé la mía tengo que dejarlos a salvo.

—Lo lamento tanto señor.

—No te preocupes Park, de igual manera me moriré...

—Calla —mire a mi abuelo, venía saliendo de la mano de Summer—, gracias hija, traeme un te para mi y mi nieto.

—Si señor.

—Deberías tratarla mejor —se recargó de la silla—, será tu esposa en poco tiempo.

—La trato como me plazca —le dije—, se inventó un embarazo para atarme a ella —solté un bufido—, además no tienes por que meterte.

—Me meto por que es mi deber..

—¿Tu deber? Te equivocas maldito viejo —dije entre dientes—. Tu deber es morirte de una maldita vez.

—Dime lo que quieras... Me da igual —sonrió—, de igual manera no podrás hacer demasiado.

Me siento como un maldito crío quedandome aqui, pero no tengo las fuerzas suficientes para hacerlo, el tumor que tengo en la cabeza poco a poco está comenzando a consumirme lentamente. Tampoco puedo salir de la casa, el viejo sabe que mis hijos los tiene Jenn.

No puedo correr el riesgo de que lastimen a mis hijos.

—Vas dejar un heredero —lo miré—, vas a embarazar a Summer.

—Estas loco si crees que voy a acostarme con ella —rei—, no tendre hijos con más nadie, mis unicos hijos con Ji Ho y Ji Ah ¿está claro?

—Esos niños no son tuyos, son del japones asqueroso al que te negaste a matar —su sonrisa no se borraba—. Deja que el los crie y tu haz tu propia descendencia.

—Jamás ¿lo escuchaste? Ellos mios, de Ryosuke y Jenn, son nuestros —jadee— hagas lo que hagas, no me vas a obligar.

Me puse de pie como pude y comencé a caminar hacia adentro de la casa, ya estaba harto de esto.

Pero todo esto es mi culpa, de nadie más. Debí creerle en el primer segundo en que me dijo lo que hizo mi abuelo, debí creerle, pero me sentí mal al saber que la unica persona a la cual he querido y respetado por años haya sido el principal causante de mi mayor desgracia.

Separarme de ella y nuestros hijos.

Fue algo difícil encontrar a Areum, espero que Jenn este haciéndola sufrir mucho en este momento.

Debí armar un escandalo, gritar y matarlo pero eso implicaría en que lastimara a mis hijos y eso no lo podía permitir. Así que me quede a su lado soportando esto, pero ahora tendría una salida, la muerte.

Me senté en la cama y me tomé la pastilla para el dolor de cabeza, me recosté sobre la cama y cerré mis ojos imaginando como serían mis pequeños.

(...)

Mis ojos se abrieron poco a poco, se sentían algo pesados, pero debía despertarme ya que sentía un balanceo en mi cuerpo, frente a mi había una figura y cuando estaba plenamente consciente me di cuenta de lo que estaba pasando.

Mire hacia arriba, mis manos estaban atadas a la cabecera de la cama y estaba desnudo, Summer estaba encima de mi desnuda moviéndose mientras jadeaba y gemía.

Intente gritar pero mi boca tenia cinta. Ella me miraba y sonreía mientras seguía moviéndose encima de mi, por mas que luche no pude soltarme, mis manos y pies estaban atados. Mire hacia la puerta tratando de emitir un ruido pero no podía.

Jadeé al ver sobre la mesa alcohol y las pastillas que usan los hombres para disfuncion erectil, viagra.

—Solo así tendremos un hijo mi amor.. —jadeaba fuerte.

No tenia fuerzas para pelear contra ella, puesto que estaba inmóvil y algo mareado. Cerré mis ojos con fuerzas y espere que ella terminara, comencé a llorar por que no quería correrme.

Jenn, perdoname.

Mi cuerpo se tenso y paso, lo deje salir. Miraba el techo de mi habitación mientras que Summer se recostaba en mi pecho y lo acariciaba, jamás en mi vida me habia pasado algo como esto, me sentía como una basura.

—Estuviste increíble —recargo su mentón en mi pecho—, esta era la unica manera mi amor...

No la miraba, no podía hacerlo. Comencé a llorar y a gritar a través de la cinta, ella se bajo de mi, me sentí asqueado al ver como ella subió las piernas a la cabecera de la cama.

Perdoname Jenn.

No pasó demasiado cuando ella comenzó a vestirse, se colocó la bata y me cubrió con las sabanas, corto la cuerda de mis tobillos y quitó la cinta de mi boca.

—Voy a matarte —dije mientras me ahogaba en llanto— ¡Voy a matarte perra asquerosa!

—Si me encuentras mi amor, adios.

Ella salió de la habitación, volví a mirar el techo y cerré los ojos pensando en mis hijos, pensando en ella.

Maldita sea, me siento asqueado.

(...)

Estaba sentado en el sofá de la habitación mirando hacia la nada. No se cuantas horas llevo aquí sentado por que habia anochecido.

Pase en un solo instante de ser un hombre temido, a un hombre que teme. El maldito anciano lo había logrado, me había terminado de romper en pedazos.

Comencé a llorar sintiéndome asqueado, las marcas de las cuerdas estaban en mis muñecas y tobillos.

¿Como demonios permití eso? ¿Por que no luche más? Debí haber peleado más, debí hacerlo. Debí gritar más fuerte hasta que sintiera que mi garganta explotaría.

—Señor, aquí tiene la comida —escuché a una de las chicas del servicio—, en la sopa esta lo que pidió.

Escuche la puerta ser abierta y ser cerrada. Me puse de pie y metí la mano en la sopa sacando el teléfono, lo saque de la bolsa y marque al único número que me sabia, el de ella.

Esperaba que me contestara y así lo hizo.

—¿Hola? ¿Quien es?

—Jenn... Habla Dak Ho —susurré—, por favor, no cuelgues.

—¿Que quieres Dak Ho?

—Escuchar tu voz —comencé a quebrarme—, solo eso... Déjame escucharte te lo pido.

—¿E-Estas bien?

—No —cerre mis ojos—, no lo estoy... Jenn ¿recuerdas que te dije que no tendría tiempo?

—Si..

—Voy a morirme —me senté en el suelo—, tengo un tumor en la cabeza y te juro por lo más sagrado que son mis hijos que es cierto...

No se escuchaba nada del otro lado de la linea, aun asi segui hablando.

—No se cuanto tiempo me queda exactamente —seguí susurrando para que nadie me escuchara—, pero estoy empeorando y me estoy quedando sin fuerzas, no pude luchar hoy —solté un sollozo—. Me rendí como un cobarde... Y yo... Lo único que quiero es que me perdones y me digas como son mis hijos, quiero saber si son hermosos asi como tu.

—Ji Ho es igual a ti —se escuchaba distinta, se que esta llorando—, es igual de listo que tu, tiene tu sonrisa y Ji Ah es como ver a Suke.

—Pero más linda ¿no? —reí.

—Si, mucho mas linda... Tiene mi cabello, son hermosos Dak Ho, nuestros hijos lo son.

—No lo dudo teniendo a una madre tan hermosa —hice una pausa—. Perdoname nena, perdoname por no haberte creido —me limpie las lagrimas—, creeme que no pasa un solo segundo en que no me arrepienta de no haber creído en tu palabra y se que nada de lo que te diga sirva de algo, pero... Perdon, no olvides que te amo nena, que eres la unica mujer que he amado.

—Dak Ho... Yo tambien te amo.

—Lo se —sonreí con tristeza—, Se que me amas nena, gracias por todo... Y quiero que sepas que cumpliré mi promesa, voy a entregarte al viejo en bandeja de plata así como lo hice con Areum, vas a obtener tu venganza para que puedas mantener a nuestros hijos a salvo.

—Me estás asustando Dak Ho.

—No te preocupes, me estaré contactando con Jiwon.. Dile a mis hijos que los amo —colgué.

Tengo que hacer una última lucha, un último esfuerzo para hacer lo que no pude hacer, proteger a Jenn y a mis hijos.

No me importa si tengo que morirme, de igual manera eso sucederá. Al menos ya se que ella me sigue amando, no espero que me perdone, eso es lo que menos espero de ella, Pero saber que me ama, para mí significa demasiado y hay una pequeña esperanza de poder concretar mi venganza.

El maldito viejo se va a arrepentir de haberme destruido de esta manera y de haberse llevado a mis hijos.

Tengo que hacer un último esfuerzo.

Una última pelea.

Por ella y mis hijos.

Por la paz de todos nosotros.

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