El sol caía sobre la fachada del salón como un abrazo cálido. Era viernes, y por primera vez desde la inauguración, Aitana se había quedado sola, sin clientes, sin empleados, solo ella y ese silencio entre paredes nuevas. Estaba terminando de limpiar la vitrina que mostraba su colección de esmaltes estrella cuando sonó el primer ping del día.
El mensaje venía de Domi, una excolega de Glow que aún seguía activa en el mundillo de las agencias:
"¿La viste?"
"Glow volvió. Y no están jugando."
Abajo, un reel.
Aitana no quiso abrirlo enseguida. Pero sabía que, si no lo hacía, su cabeza lo construiría peor. Así que respiró hondo, apoyó los codos sobre el mostrador y lo vio.
Eva Álvarez.
Sonrisa quirúrgicamente exacta. Piel sin poros. Uñas como esculturas abstractas. Movimiento de cámara fluido, luz perfecta, banda sonora electrónica y limpia.
Y su voz:
-El nail art no necesita trauma para ser arte. Necesita técnica, visión, sangre nueva. Glow Reborn es eso: el futuro sin dramas reciclados. V