El sabor de ese beso aún estaba ahí.
No importaba cuántas veces Aitana se lavara la boca, o cuántas lágrimas silenciosas resbalaran por sus mejillas en las noches donde se sentía más sola que nunca.
Ese beso... era una herida dulce.
Y lo peor: no quería olvidarlo.
El fondo musical, la luz cálida de la terraza, el murmullo de las conversaciones filtradas entre copas de vino rosado. Esa noche la ciudad parecía otra, y él también. Menos impenetrable. Más humano.
Flashback - Dos meses antes.
-¿Siempre pintas tan rápido? -le preguntó Iker, apoyado en el marco de la entrada del lounge mientras ella terminaba el diseño en gel jelly sobre unas uñas almendradas de acrílico traslúcido.
-Solo cuando me están presionando con la música y una cámara al hombro -respondió Aitana sin levantar la vista.
La modelo frente a ella, una chica alta de cejas decoloradas y sonrisa viral en TikTok, soltó una risita.
-Es que es arte lo que haces -dijo la influencer-. Literal, deberían darte un espacio solo para