Capítulo 11. Pecado entre sombras.
Renata llegó al baño de mujeres y se desplomó frente al primer inodoro que encontró. Las arcadas la sacudieron con violencia, pero su estómago estaba vacío. Solo logró expulsar un poco de bilis amarga.
Se apoyó contra la pared fría, jadeando. El mundo seguía dándole vueltas. “¿Qué diablos me pasa?” Pensó.
Ella nunca se mareaba. La tensión de la oficina era insoportable, pero esto no se sentía como estrés normal; se sentía como una enfermedad.
Se mojó la cara en el lavabo con agua helada y se miró al espejo. Estaba blanca. Pálida como la cera. El maquillaje se le había corrido por el esfuerzo.
Tenía que volver. Bruno la mataría si pensaba que estaba holgazaneando. Se cepilló los dientes y salió del baño.
El pasillo estaba casi vacío; la mayoría de los estudiantes ya se habían ido. Solo quedaban algunas luces tenues encendidas.
Apenas dio tres pasos, una sombra enorme se materializó frente a ella, bloqueándole el camino.
Bruno.
Se había quitado el chaleco y lo llevaba colgado sobre el