Capítulo 10. Lecciones de un depredador.
Renata lo tomó. Sus dedos se rozaron. La corriente eléctrica fue instantánea, un chispazo que ambos sintieron y que hizo que Bruno retirara la mano, rápido.
—Escriba en la pizarra: Activo, pasivo y robo.
Renata se giró y escribió las palabras con caligrafía temblorosa pero legible.
Bruno se dirigió a la clase, pero se colocó justo detrás de ella, hablándole a la nuca de Renata.
—Imaginemos un escenario —dijo Bruno, caminando alrededor de ella como un lobo acechando a su presa—. Tenemos una empresa familiar. Sólida. Y tenemos a una persona externa. Digamos... una becaria. Alguien que parece inofensiva, con cara de ángel, que se gana la confianza del CEO y de su esposa.
Renata dejó de respirar. El salón estaba en silencio absoluto, fascinado por la historia. Nadie sabía que era real. Solo ellos dos.
—Esta becaria —prosiguió Bruno— tiene acceso a la intimidad de la familia. Come en su mesa. Viaja con ellos. Y un día... —Bruno hizo una pausa dramática—, justo cuando la familia enfrenta un