Molly siempre había fantaseado con el enigmático empresario multimillonario que parecía seguirle por todas partes, desde los comerciales de TV hasta las vallas publicitarias. Pero nunca imaginó que su objeto de deseo era el padre de su mejor amigo, Jhon. Cuando se muda a la casa de Jhon, su amigo y confidente, para entrar juntos a clases de verano, Molly se encuentra cara a cara con Jared, el multimillonario dueño de sus deseos más impuros. Su presencia es electrizante, y Molly no puede negar la atracción que siente hacia él. Pero Jhon también ha desarrollado sentimientos por ella, y la tensión entre los tres aumenta. Molly se siente atrapada entre la lealtad a su amigo y su deseo irresistible por el padre. A medida que la atracción entre Molly y Jared crece, se ven envueltos en una aventura secreta, escondiendo su relación de Jhon, quien se siente traicionado y decepcionado al descubrir la verdad. En un juego de pasiones y secretos, Molly debe elegir entre la lealtad a su amigo y el deseo irresistible que siente por el padre. Pero ¿podrán mantener su relación oculta, o la tentación prohibida los consumirá? Mientras tanto, Jared se encuentra obsesionado con Molly, y hará cualquier cosa para mantenerla a su lado. Pero Jhon no se rendirá sin luchar, y la batalla por el corazón de Molly comienza. En este triángulo amoroso, los límites se cruzan y las reglas se rompen. La tentación prohibida los llevará a un camino de descubrimientos y consecuencias impredecibles.
Leer másCapítulo 1
Prólogo Muchas veces fui golpeada por la discriminación del ser humano. La gente suele criticarme y juzgarme por mi ritmo de vida y mi manera de vestir. ¡Como si eso define mi verdadera esencia! «Te vistes como una puta, suelo escuchar a diario», recuerdo constantemente que suelen murmurar. Pero no tienen ni idea de por qué lo hago. Me visto así para sentirme bella, hermosa, preciosísima; y lo más importante es que lo hago por mí, no para seducir a ningún patán que solo quiera meterme en su cama una vez y ya. Porque aunque a muchos les joda, mis ingresos y los lujos que me doy no dependen de mi ropa. Yo puedo ponerme, quitarme y enseñar lo que quiera. A fin de cuentas nadie es capaz de ver más allá de la piel. No ven que detrás del escote hay una mujer valiente. No ven que debajo de una minifalda hay una mujer segura de si misma y es allí cuando se dan cuenta de que como no pueden estar a mi nivel, entonces me llaman puta. No soy una simple puta... Soy una Puta Dama. ... —Dime, Rubia hermosa, ¿A caso tienes ganas de besarme? —Jared pregunta con una voz seductora y ronca, ladeando una sonrisa en su rostro, enarcando una ceja, típica muestra de su arrogancia—. Su total confianza sobre si mismo me embelesa por completo me arrastra a leer el poco autocontrol que lucho por conservar cada vez que nos encontramos en los pasillos de su enorme casa, donde me desnuda completamente con su mirada lasciva y repleta de deseos impuros. Mi piel se eriza por completo al ver su mirada invasiva sobre mis labios, descendiendo por mi cuello, mi pecho y mi cuerpo entero. Ver como muerde sus labios al repasar mi figura entera me encanta, sé que él, al igual que yo también muero de ganas de fundirse en mi piel. Empiezo a sentir un fuego intenso que me quema por dentro y la sensación de placer que me embarga al tenerlo a tan solo unos pasos de distancia, me hace perder la razón. La imponente presencia de ese hombre me desequilibra por completo. Me obliga a ceder ante lo que no debo, lo que para mi está prohibido y la idea de caer en la tentación ya no me parece tan descabellada. Su perfume inunda mis fosas nasales y me embriaga su mirada me incita a pecar. Mis manos solo desean deslizarse por su cuerpo. Estoy totalmente fuera de control, lo miro de manera sádica mordiéndome mi labio inferior, como si quisiera devorarlo entero, veo con irremediable deseo su paquetería la cual está a punto de romperle el pantalón. El me pilla mirándolo allí fijamente y sonríe. —Sí, deseo hacerlo, señor Miller —confieso sin reparo, me parece estúpido negarlo cuando siento que estoy a punto de ceder a mis más oscuros deseos, justo con la única persona con la que tengo totalmente prohibido hacerlo—. Pero no debo. El hombre me dedica una de sus miradas repletas de lujuria y pasión. Siento que mi pecho sube y baja muy agitado. Veo a ese hombre acercarse a mí a pasos lentos, pero tan decisivos que me acelera el corazón y mi centro se calienta. La determinación en su mirada me indica que quiere lo mismo que yo y esto me obliga a entender que es tarde para tratar de detener esta loca y desenfrenada pasión que se ha desatado de manera inesperada. Mi pulso se acelera aún más y esto es debido a los pensamientos lascivos que rebosan mi cabeza en este momento. Siento como si mis manos arden de deseo, anhelo tanto recorrer su abdomen con la yema de mis dedos y desprender uno a uno los botones de su camisa. La necesidad de sentir su dorso completamente desnudo me tienta de una manera irracional. Se me hace difícil encontrar una mínima razón lógica para ponerle fin a toda esta locura que está a punto de ocurrir y que yo deseo tanto. —¿Entonces por qué no lo has hecho? —me habla con tanta seguridad que hace que moje mis bragas, siento que no puedo más, el deseo de tenerlo encima de mí se apoderó por completo de mi cuerpo. Una pequeña sonrisa perversa se curva en la comisura de sus labios, este hombre promete ser puro fuego, y yo deseo arder con él. Se acerca a mí, teniéndolo tan solo a centímetros de distancia me es imposible pensar con claridad. Cierro mis ojos y respiro su aroma, tan rico que me envuelve, tan varonil que me seduce. Sus labios una vez más rozan de los míos, en un intento de reclamarlos, tan sensual que hace que me derrumbe entre sus brazos, intento retroceder, pero sus manos al rededor de mi cintura me impiden alejarme y su actitud domadora envía un escalofrío intenso a mi espina dorsal. Jared me toma por las caderas apretándome más a su propio cuerpo, haciendo que sienta su firmeza en su totalidad. Su toque de rudeza me eriza la piel y hace que me queme por dentro de una manera enloquecedora y es que este hombre desencadena en mí, un torbellino de sensaciones fascinantes, mismo que he tratado de mantener enterradas en lo más profundo de mi ser, solo porque son prohibidas para mí. —Sé que eres la misma rubia aquella del bar. Dime, hermosa mujer —demanda tanta firmeza que me desmorono por dentro—. ¿Por qué no respondes mis besos? Sé que al igual que yo, mueres de ganas por hacerlo. Me habla tan cerca de mí oído y se atreve a chuparme el lóbulo de mi oreja. Cosa que me hace erguirme de placer y deseo. Estoy convencida de que ese hombre tampoco puede reprimir todo el deseo que provoco en él. Doy dos pasos en retroceso y su mirada me cautiva, me pierdo en el azul de sus ojos. Mismo que desata en mí toda una nube de perversión y oscuros deseos. Un cosquilleo extraño se hace presente en mi estómago, la idea de pensar que al final si pudo reconocerme me aturde, me agobia. Suelto el aire retenido en mis pulmones y una vez más su cercanía comienza a asfixiarme. Nuestras respiraciones se entrelazan y sus carnosos labios vuelven a jugar a recorrer el borde de los míos en un malintencionado juego de seducción. Inhalo una buena cantidad de aire. —Anda, dime ya —exige en un cálido susurro cerca de mi cuello— ¿Por qué no lo intentas? ¿Qué es lo que te detiene? Cierro mis ojos apretándolos con fuerza y expulso el aire poco a poco. ¡No puedo más! Este hombre me calienta sin siquiera tocarme. Siento que echo fuego, mi intimidad comienza a reclamar su cuerpo. —S. Señor Miller, usted es el padre de mi mejor amigo. Suelto esas palabras casi a rastras, honestamente no quiero que se detenga, pero la razón me obliga a pensar con la cabeza y no con la entrepierna. Veo que sus ojos se tornan vacilantes, sé que esta respuesta no se la esperaba, Jared me mira un poco desconcertado, como si en realidad no supiera la razón por la que no debemos ceder ante lo que deseamos. Suspiro profundo, asumiendo que mis palabras han logrado su cometido y que por fin me va a dejar escapar, pero una vez más me equivoco. Me apretó fuerte del antebrazo sin quitarme de encima su mirada deseosa y necesitada. Ese hombre me aprieta más a su pecho haciéndome sentir como su cuerpo se tiempla junto al mío y su dureza cada vez más rígida aviva el fuego que llevo por dentro. —Sí, y tú eres su amor imposible —contestó con su voz ronca que me encanta, mientras frotaba su erección en mi muslo— Eres prohibida, y eso me gusta. —¡Ah! —un gemido bajito se me escapa, lo que hace que mi acompañante sonría con orgullo—. —No, por favor no sigas —suplico con mi voz entre cortada, tratando de silenciar por completo mis gemidos—. No debemos hacer esto. —Lo sé —deja un beso húmedo en mi cuello y yo cierro mis ojos al mismo tiempo en el que cruzo mis piernas—. Lo sé perfectamente bien. Mi chica mala. Ese hombre recorre mis brazos con la punta de sus dedos y este acto envía un sin fin de vibraciones a mi cuerpo entero, mismo que reacciona al fuego tan intenso de sus delicados besos en mi pecho. Sus acciones no me permiten pensar con claridad, se que no es correcto, es inmoral, pero lo deseo... Lo deseo tanto que siento que ya no es posible parar. En mi cabeza repito una y otra vez que no puedo hacerlo, que este hombre es prohibido para mí, pero ya es muy tarde, mi cerebro ya ha perdido totalmente toda habilidad funcional, siento que me es imposible reprimir lo que siento. Simplemente ya no puedo, de nada ha servido abstenerme. Si al final terminamos en la misma situación que hemos tratado de evitar desde que nos conocimos y odio pensar que esto es real justo con quien no lo tengo permitido. —Jared, por favor. No sigas haciendo esto —suplico en medio de jadeos— Nos hace daño a ambos. Y a Jhon, ya es momento de aceptar que no deb... Coloca un dedo sobre mis labios impidiéndome que diga una palabra más, de pronto me regala una mirada tierna y sutil que me hace creer que va a retroceder, pero una vez más el deseo sobresalta en sus ojos, lo que me hace saber que no hay poder humano que detenga lo inevitable. —¿Entonces no vas a besarme? —suelta un jadeo que me enloquece y acerca sus labios a los míos, casi al punto del roce dejándome la tentación de devorarlos por completo, como solo yo podría hacerlo. —Dime, ¿De verdad quieres quedarte con las ganas de sentir mis labios sobre los tuyos? —desliza su lengua sobre el medio de mis senos. Su completa arrogancia me seduce, sé muy bien que pudo reconocerme aquel día y que hoy solo quiere recordar en carne propia lo sucedido. Desliza su lengua desde mi clavícula hasta detrás de mi oreja y junto a su respiración caliente hace que se me seque la boca y mis piernas empiecen a temblar.Capítulo 38JaredLevanto mi cabeza de su entrepierna y la miro fijamente, hambriento de ganas de tenerla una vez más, siento mi respiración hecha un caos y mi hombría duele de lo tensa que se ha puesto. —Molly, preciosa —susurro cerca de su oído—. No quiero que pienses en nada más, esta noche solo seremos tú y yo. No puede haber cabida para nadie más. No quiero que te arrepientas de lo que pueda pasar aquí.Termino mi frase y vuelvo a besarla, sintiendo como ella se queda sin aliento.—Lo sé —respondió ella, reteniendo un gemido al sentir mi mano que ahora le acaricia con ligeros movimientos circulares sobre su clítoris, haciendo que ella se retuerza de placer—. No lo haré.Responde en un gemido que me pone aún más duro. —¡No habrá vuelta atrás! —advierto una última vez sin dejar de tocar su intimidad y esos gestos que hace con su cara me están volviendo loco—. ¡No me detendré aunque me supliques!Parece que mis palabras no hacen mas que excitarla, ella mete sus dedos entre mis ca
Capítulo 37MollyJared acorta más nuestra distancia y se percata a donde yo dirijo mi mirada fija y sonríe ampliamente regocijandose en su triunfo. Ha logrado su objetivo.—¿Qué sucede, rubia pervertida? ¿A caso quieres besarme? —pregunta enarcando una ceja, con una sonrisa enorme plasmada en su rostro, acto que hace que mis músculos se tensen y mi piel se erice por completo ante la sensación de euforia que se cierne sobre mi cuerpo al tener a ese hombre tan cerca de mi.Siento que he perdido por completo mi equilibrio ante esta sensación que me avasalla el cuerpo al saber que estoy a punto de caer en la tentación, de querer dar paso a lo prohibido y es que estas benditas ganas de ceder al pecado ya no me parece tan irracional. Desde aquel día en el club me siento totalmente fuera de control, solo necesito volver a sentir su cuerpo, fundiéndose con el mío.—Sí, Señor Miller, quiero hacerlo —admito sin rodeos, ya no tiene caso seguir negándome a una respuesta que él muy bien conoce y
Capítulo 36MollyEl tacto de Jared en mis mejillas y su respiración tan cerca de mi oreja no me deja ni pensar. Él escabulle su mano entre mis piernas, apretando en cada caricia, llegando tan cerca de mi intimidad que hace que mis músculos se tensen por completo.No me deja pensar en nada más, quiero volver a sentirlo dentro de mí, quiero tener su maldita erección de nuevo dentro de mi boca.Mi respiración se agita cuando su mano sube bruscamente por mi abdomen y las fija en mis senos, a los que masajea y aprieta a su antojo.No puedo hacer nada más que disfrutar lo que hace, cierro mis ojos y me concentro en sus movimientos, en sus besos tibios en mi cuello hasta que siento como aparta el tirante de mi camisón y saca uno de mis senos.Su mano se concentra en mi entrepierna, que ahora la siento como si fuera a echar fuego, y su boca succiona la punta de mi seno haciéndome erguir la espalda y me humedezco aún más.Jared introduce su dedo en mi centro, lo saca lentamente llevándolo a s
Capítulo 35JaredDespierto en una pequeña habitación totalmente desconocida para mí, echo un vistazo a mi alrededor y no recuerdo como diablos llegué a este lugar. ¡Joder! Apenas son las tres de la mañana según mi reloj, me siento en la cama y trato de enfocar la mirada en algo, pero todo me da vueltas.Como puedo me levanto y observo mi ropa tirada en el piso. Trato de analizar como llegué aquí y lo único que recuerdo es a aquella mujer que me dio a tomar esas malditas pastillas.Pude reconocer su perfume, estoy segurao de que era ella.Me dejo caer en la cama de nuevo y tapo mis ojos con una mano. La recuerdo a ella, a esa maldita rubia perversa que se atrevió a drogarme para hacer conmigo lo que deseaba desde hace tiempo.Su perfume sigue impregnado en mi piel y el recuerdo de su mirada mientras tenía su cabeza metida en mi maldita entrepierna llega a mi mente como un flechazo haciéndome poner erecto de inmediato.Tomo una pequeña toalla para ir darme un baño y escucho que afuera
Capítulo 34MollySalgo del maldito bar con un terrible dolor en las piernas que no me deja ni caminar tranquilamente, pero por supuesto, con una sonrisa enorme en el rostro. No puedo creer que esto haya pasado. ¡No puedo creer que estuve con ese hombre!¡Dios, esto se me salió de control!Lo peor es que no me arrepiento de nada de lo que hice y ahora que ya pasó, siento que no voy a tener ningún motivo para seguir negándome a lo inevitable.Debo poner distancia entre Jared y yo, No sé como voy a hacerlo, pero definitivamente esto no puede repetirse. No mientras esté en juego los sentimientos de Jhon. No puedo poner el deseo por encima de una amistad de toda la vida. No, no debo.¡Espera!... ¿En serio no lo besé?, me pregunto para mis adentros, repitiendo en mi mente lo que acaba de suceder, y realmente me doy cuenta de que estoy en lo cierto. No me atreví a besar sus labios. ¿Quién diablos se acuesta con alguien y no lo besa en los labios?"Eso es porque estabas muy entretenida besa
Capítulo 33MollyJared me sujeta fuerte de la barbilla y coloca sus labios peligrosamente cerca de los míos, tanto que puedo sentir lo cálido de su respiración mezclándose lentamente con la mía.Su mano juega a recorrer mi espalda, metiéndose por dentro de mi camisa, luego bajan hasta mis glúteos y suelto un pequeño gemido de placer. Estando a nada de besarnos, escucho que suena la llave en la puerta.Era Jhon que venía llegando un poco ebrio.—Molly, arréglate, ¡Hoy es noche de fiesta! —me dice e intenta acercarse a la cocina—.—De acuerdo —acepto sin pensármelo tanto, con miedo de que se acerque más y vea a su padre quien se está escondido detrás de la barra.Sería raro que Jhonathan nos consiguiera a los dos en la cocina, con las luces apagadas, Jared sin camisa y con una enorme erección que se le marca por encima de ese short de pijama.—¿Qué esperas? —se acerca a la cocina y a mi me cuesta tragar saliva—. Ve a cambiarte.—¿A dónde vamos? —pregunto con mi voz entrecortada, en me
Último capítulo