Mientras las risas seguían resonando en el apartamento, Damián se inclinó hacia atrás en la silla, cruzando los brazos con aire pensativo. Observaba la escena con una media sonrisa, como si disfrutara viendo a Emma lidiar con la locura que él mismo acababa de sembrar.
—Bueno, si ya me conocieron y espero no haberles dado una mala impresión —dijo con tono casual—, ¿por qué no seguimos esta... conexión profunda en otro lugar?
Emma lo miró con sospecha.
—¿A qué te refieres con "otro lugar"?
—Una escapada. Algo espontáneo —respondió Damián, girándose hacia Thania y Daniela—. ¿Qué opinan de pasar un domingo en la playa?
—¿Una playa? —repitió Thania, curiosa—. ¿Tipo Costa del Sol o algo así?
—Más exclusivo —respondió él con tono despreocupado—. Tengo una casa frente al mar. Mucho espacio. Privada. Una piscina infinita decente. Y el bar nunca se queda sin licor.
Emma giró hacia él lentamente, los ojos entrecerrados.
—¿Tienes una casa en la playa?
Damián le guiñó el ojo.
—Tengo varias, pero p