Irene
Traté de calmarme en el baño, estaba ansiosa y destrozada por lo mala persona que era, engañaba a Doménico, sí también a Delfina y la familia de Máximo, a su padre y su madre quienes siempre eran tan atentos conmigo y yo acostándome con su hijo casado. Pensaba en Camilo y en Ada. Suspiré y salí de prisa del baño, cansada de ver mi propio reflejo ¿En quién me había convertido?
Doménico me recibió en sus cálidos brazos cuando volví junto a él, besó mis cabellos y me meció, se sentía bien, quise llorar porque ese era el hombre que había decidido que sería mi esposo, y se sentía tan bien estar con él, pero no lo amaba, lo estaba engañado, no podía ser tan egoísta y descarada. Era mala para él.
—¿Qué pasó mi amor? —preguntó repitiendo besos sobre mi cabeza.
Negué sonriendo con la mirada baja, incapaz de mirarlo a los ojos.
—Todo esto es muy presuntuoso, no estoy acostumbrada.
—El cumpleañero se ve un poco estirado sí, pensé que era homosexual, por ser diseñador de modas —dijo con ton