Tres años después.
Máximo.
Todo estaba oscuro, apenas una luz tenue daba sobre el escenario. Había algo en el ambiente que se sentía nostalgico y a la vez emocionante.
—Irene Bencomo —dijo el maestro de ceremonia.
Ella se levantó y caminó hacia el centro del escenario en el auditorio a recibir su título por su maestría en neonatología. Su rostro reflejaba la satisfacción de un logro que había deseado desde hacía tiempo.
Sentí el pecho hinchado de felicidad y orgullo.
—Mira a mami, saluda, dile hola —dijo Camilo moviendo la mano de mi hijo hacia el escenario, rodé los ojos.
—Déjalo, Camilo. No entiende nada.
Moisés solo hacía burbujas de saliva y miraba a su tío como diciendo: «¿Quién es este loco y porqué debo soportarlo?».
—Tu papá es un viejo amargado, pobre Moisés, menos mal que el tío…
—¡Cállate! Toma la foto. La foto —dije, él se giró rápido a hacerlo, aunque ya había contratado fotógrafos profesionales.
Suficiente tenía que soportar por estar lleno de baba todo el día