85. Bajo sus reglas
Roxana
Jamás pensé que iba a recorrer ese redondel de nuevo en tan poco tiempo, y aunque sabía que no me desharía de los Di Marco jamás, estaba segura de que mi visita no les hacía ni pizca de gracia y que esto no tenía que ver con nuestra relación, pero sí con nuestro futuro.
Los medios seguían apostados en su casa y agradecí el tino de Claudia al sugerir que me traería en su auto ecológico para desviar la atención. Y aunque tuve que agacharme y cubrirme con la manta de su perro, fue la mejor decisión.
Tenían a todos los empleados de la mansión yendo de un lado a otro, con la tensión marcada en sus facciones, pero varios me sonrieron al pasar junto a ellos con la amabilidad de siempre.
Francesco me recibió con una sonrisa diplomática, pero no hizo ningún intento por acercarse, yo tampoco. Pero sí me guió al estudio, donde se realizaría la reunión.
Ordenó los documentos sobre la mesa de reuniones con movimientos que parecían costarle un esfuerzo considerable, por lo que me acerqu