86. Jaque al Rey
Alessandro
Vi a mi padre firmar los documentos con las manos temblorosas y, aunque una pizca de culpa me mordió, se desvaneció al recordar su sonrisa petulante la noche en que me echó de esta casa sin un euro.
Cuarenta años construyendo su imperio. Y ahora me lo entregaba todo. Se hundió en su silla como si fuera veinte años mayor y aproveché para girarme hacia Roxana.
—Quantum necesitará un CFO para la transición —le dije—. El puesto es tuyo, si lo quieres.
Mateo se acercó con una carpeta y se la entregó. Ella la abrió y su cara cambió en una mezcla nada sutil de sorpresa y pánico. Sabía lo que estaba viendo: no solo la oferta de trabajo, sino el paquete completo que había diseñado para atarla a mí: un salario que triplicaba cualquier oferta en Milán y beneficios que la convertirían en una de las ejecutivas más poderosas del país.
Era mi forma de decir: este imperio que reconquisté no es para mí, sino para ti. Lo pongo a tus pies. Pero Roxana cerró la carpeta y me miró con la resp