69. Al desnudo
Roxana
Intenté recuperar la compostura después de su susurro amenazante cuando alcancé mi copa de vino. Cuando me pidió que nos fuéramos, me negué y Valentino se mantuvo junto a mí con una sonrisa fría.
—Sería descortés marchar…
—¡Roxana, baila conmigo! —me interrumpió uno de los primos mayores de Paolo cuando la música animada empezó a sonar y los demás se pusieron a bailar.
Miré a Valentino buscando alguna señal, pero él se había convertido en una estatua de mármol y el chico tampoco me dio más tiempo antes de halarme al centro de la sala.
Era un buen bailarín, y por un momento me relajé y me reí genuinamente. Pero Valentino apareció como un relámpago, y me sacó del baile con un tirón que me dejó la muñeca en carne viva.
—¿Era necesario el espectáculo? —escupió.
Me arrastró al patio de hierbas aromáticas, y se tambaleó al girarse hacia mí. Las sombras de la ventana hicieron su rostro más amenazante.
—¿Qué fue eso?
Su voz era baja, controlada, pero yo podía sentir la furia que l