67. Propósitos
Alessandro
En cuanto escuché movimiento del servicio me vestí para ir a correr, necesitaba hacer algo productivo con la tensión sexual y la frustración que me tenían al borde de hacer algo estúpido.
Las calles privadas seguían vacías mientras los audífonos bombeaban a Metallica en sincronía con mi carrera, cuando un empujón me hizo trastabillar.
Me quité un audífono de un tirón a la vez que una risa conocida pasaba a mi lado.
—Che coglione! Così attento stai ultimamente? (¡Qué idiota! ¿Así de alerta andas últimamente?) —Se burló Valentino, acelerando.
Hijo de puta.
Aceleré; mi altura y condición física me permitieron rozarlo con el hombro al pasarlo.
—Sempre dietro, fratellino. (Siempre atrás, hermanito.)
Un auto blanco apareció al final de la calle. Reconocí a Carla Rossi tras el volante. Bajé la velocidad y la saludé mientras estacionaba.
Y aunque asintió al gesto de cortesía, su mirada de desaprobación antes de bajar del auto fue suficiente para que me detuviera. Pero en cuanto