64. Frágil Equilibrio
Roxana
Seguía con el corazón acelerado por culpa de ese hombre, pero necesitaba distraerme con urgencia. La foto de nosotros tres en el escritorio, con Valentino y Andrea en el centro, me devolvió a la realidad.
Cuando volví a tener intimidad con Valentino anoche, había aceptado de manera implícita que volvíamos a ser un equipo. Y eso significaba coordinar, compartir responsabilidades, incluirlo en cada decisión.
Ya no podía ocuparme de todo sola como había hecho durante años. Esta nueva oportunidad para nuestro matrimonio requería que actuáramos como socios y, en lugar de pensar en su hermano, necesitaba hacer lo correcto.
Marqué su número, decidida a coordinar el día desde temprano.
—Amore —contestó Valentino con voz sorprendentemente cálida—. ¿Cómo amaneció mi mujer favorita?
Fruncí el ceño. Valentino no solía hablarme así.
—Bien. Llamaba para preguntar si quieres que vaya esta mañana al hospital para cubrirte o hasta la tarde.
—No, no, tranquila —respondió—. Yo me hago cargo de A