33. Entre sospechas
Alessandro
—Te veo mañana —anunció Mateo al asomarse a la puerta—. Tengo una...
—Ya lo sé, otra reunión —respondí sin levantar la vista de los documentos esparcidos sobre mi escritorio.
—De trabajo —aclaró con una sonrisa que pude sentir sin mirarlo.
Le dediqué el dedo medio por encima del monitor, pero su risa se cortó con el sonido de la puerta al cerrarse.
Me aflojé la corbata con un tirón.
Tres días. Tres putos días desde que amenacé a Valentino y ella seguía evitándome como si fuera radioactivo.
Las llamadas a Domus rebotaban en su asistente con excusas cada vez más elaboradas al igual que cuando pedía a Mateo para las reuniones. Los emails sobre Terra Nova recibían respuestas cortantes y técnicas. Ni una palabra personal, ni una señal de que estuviera bien.
Cada hora que pasaba sin saber si mi confrontación con Valentino había tenido consecuencias para ella era un tormento para mí.
Mi móvil sonó contra la madera pulida del escritorio. Deborah.
«¿Iremos al compromiso de los Caste