27. Conexión
Alessandro
Las últimas cinco horas habían sido un circo: mi padre gritando por teléfono sobre «el escándalo», que «controlara a Valentino», Deborah organizando otra reunión a pedido de Li Ann.
Necesitaba aire, espacio, cualquier cosa que no fuera mi oficina, donde Mateo no paraba de recordarme por qué poner más obstáculos para mantener a mi hermano en la cárcel sería una decisión estúpida.
El peso del día me aplastaba los hombros al conducir con las ventanillas abajo, mientras el aire fresco despejaba el ruido en mi cabeza.
Atravesé las pocas calles que separaban Quantum del café que frecuentaba en mi juventud.
El otro día me sorprendí cuando vi que seguía funcionando y me detuve en la acera de enfrente.
Empujé la puerta del lugar donde escribí mis primeros cuentos durante la universidad. Aquí nadie me conocía como el heredero de los Di Marco, sino como el tipo del americano doble que ocupaba la mesa junto a la ventana durante horas.
Pedí mi bebida favorita y al girar, la vi.
Roxana e