Christian se apartó, murmurando irritado, y miró hacia la pared, claramente frustrado. Yo sonreí, encontrando la situación un poco graciosa, y me incliné para darle un beso suave antes de alejarme.
—¿Has cenado ya?
—He pedido comida… —dijo él, y yo me aparté para ir hacia la cocina, pero cuando me di la vuelta, lo vi con una mirada mimosa y una sonrisa.
—No imaginaba que tuvieras ese lado… tan mimoso.
—Bueno, ni yo lo imaginaba… —se acercó, haciendo que mi corazón empezara a golpear con fuerza—. Y es culpa tuya, ¿lo sabías?
—¿Mi culpa? —reí, divertida.
Christian se acercó más, sus ojos brillando con cariño y deseo.
—¿Quieres dormir conmigo hoy? En mi piso los vecinos no estarán gritando.
Lo miré, sorprendida por la invitación. Él se apresuró a añadir:
—Solo dormir, lo prometo. Solo quiero estar contigo, sin los gritos de al lado.
Sentí que algo dentro de mí se derretía. Había tanta sinceridad y vulnerabilidad en su voz…
—Solo dormir… Vale, voy a coger mis cosas.
Sonrió —ese tipo de so