(Ariel)
Semanas después… Noche de Navidad.
La cocina estaba llena de aromas deliciosos: el asado en el horno, el puré de patatas que removía con cuidado y la olla con la salsa burbujeando suavemente en el fuego. Las luces navideñas parpadeaban despacio en las ventanas, iluminando el ambiente con un calor acogedor, mientras una musiquita de Navidad sonaba bajito de fondo.
Por más que mi mente insistiera en desviarse, yo estaba decidida a hacer de esa noche algo especial.
Mientras mezclaba el puré, mi cabeza, como siempre, traicionó mi determinación. Thomaz. El peso de lo que pasó con él era como una sombra constante, aunque yo supiera que no había habido otra opción. Había destruido tanto de mi vida, y aunque quisiera sentir alivio porque todo había terminado, era difícil apagar la memoria así sin más. Aun así, por lo menos esta vez, la decisión había sido mía. No de Christian. Y eso me daba una extraña, pero bienvenida sensación de control.
Mis pensamientos se interrumpieron con un to