—Sí —respondí sin dudar—. Te lo permito. Voy a dejar el miedo de lado y voy a permitirme ser feliz contigo.
Entonces él me besó, y yo me entregué al momento, sintiendo cómo me acercaba más a su cuerpo.
El beso de Christian empezó a intensificarse y me perdí en la sensación de sus labios contra los míos.
De repente sentí mis pies levantarse del suelo. Me cogió en brazos, como si fuese una novia, y eso me pilló totalmente desprevenida. Solté un gritito y rodeé su cuello con los brazos, sonriendo.
—¿Qué estás haciendo? —pregunté entre risas.
—Buscando un sitio más cómodo —respondió con un brillo travieso en los ojos.
Enseguida sentí mi espalda tocar el colchón suave de mi cama. Me dejó allí con cuidado, apartando unos mechones de cabelo de mi rostro.
Sus dedos acariciaron mi mejilla mientras sonreía.
—Eres tan guapa… —dijo con una ternura que me derretió.
Sentí mis mejillas arder y bajé la mirada, avergonzada.
—Mírame —pidió él suavemente.
Obedecí, y él me dio un beso corto y dulce antes