11 de septiembre — Martes
El sonido insistente del móvil me sacó de un sueño profundo. Por un segundo, pensé que era el despertador, pero el reloj marcaba las 05:10 de la mañana.
— Ah, no... — murmuré, tanteando la mesilla de noche hasta encontrar el aparato. Contesté sin mirar siquiera la pantalla. — ¿Diga?
Mi voz salió ronca y un poco pastosa.
— ¿Ariel? Soy Alan. Necesito hablar contigo, es urgente.
Sentí su voz tensa, apresurada, y eso me despertó al momento. Alan era el contacto en Corea del Sur con el que mantenía comunicación directa y no llamaba sin motivo.
— ¿Qué ha pasado? — pregunté, sentándome en la cama e intentando espantar el sueño.
— Es sobre el contrato con Jaewon, ese CEO coreano que va a cerrar con la empresa del Sr. Mitchell. Ha recibido otra oferta... y parece que se está planteando aceptarla.
— ¿Qué? — me incorporé en la cama, sintiendo que el corazón se me aceleraba. — ¡Pero si ya había dado su palabra!
— Lo sé, pero la otra empresa está ofreciendo mejores condic