La conversación siguió fluyendo de forma ligera y divertida, y por primera vez aquella noche, me sentí de verdad relajada.
Pedí permiso a Selina y fui al baño. En cuanto feché la puerta del cubículo, solté un suspiro largo, sentindo el pecho apretado de nervios. Hasta agora eu estava a lidar bem, mas a noite parecia un teste constante de equilíbrio.
¿Aguentaria até o final sem meter a pata?
Respiré hondo varias veces, intentando calmarme. “Ya has pasado por cosas mucho peores, Ariel”, pensé, intentando convencerme. Tras un par de minutos, me acomodé el vestido, comprobé en el espejo que todo estaba en orden y volví al salón.
Selina me vio acercarme y soltó una risita, tendiéndome un cóctel.
— Toma.
— Gracias. — Cogí el vaso con una sonrisa tímida.
Saqué mi móvil para mandar un mensaje a Christian. Pero antes de que pudiera escribir algo, el móvil resbaló de mis manos y cayó justo a los pies de Selina.
— ¡Ay, Dios mío!
Ella se agachó rápido, recogió el móvil y me lo devolvió con una so