Mundo ficciónIniciar sesiónAriel
Contuve la respiración como si eso pudiera hacerme desaparecer. ¿Era él? ¿Christian estaba aquí? ¿Y ahora qué? —pensé bajito, con el corazón acelerado. Mis ojos estaban clavados en el pomo de la puerta del baño, que empezaba a moverse lentamente hacia abajo. La tensión en el aire parecía interminable, y mi cuerpo estaba paralizado. Cada centímetro que la puerta se abría era una tortura.
De repente, la puerta se abrió de golpe, y quien apareció fue Jessica, con una sonrisa enorme y su vestido ajustado, radiante como siempre.
—¡Ey! —preguntó, toda animada—. ¿Puedes cambiarte los pendientes conmigo?







