Encontré a Jess y a Alicia en nuestro café favorito, y en cuanto me senté, las dos me lanzaron miradas curiosas. Sabía perfectamente que estaban esperando novedades sobre la noche anterior, así que sonreí un poco avergonzada, intentando disimular la emoción que todavía me hacía ponerme roja.
— Entonces… ¿qué tal con Christian? — preguntó Jess, levantando una ceja y conteniendo una sonrisa maliciosa.
Puse los ojos en blanco, pero era imposible ocultar mi sonrisa.
— Pues… bien. — La miré, me mordí el labio y por fin me animé a soltarlo. — Pasó de todo.
Las dos sonrieron de oreja a oreja y casi se pusieron a celebrarlo ahí mismo. Alicia dio unas palmadas, y Jess me lanzó una mirada que decía claramente que iba a querer todos los detalles después. Alicia se inclinó hacia mí, llamándome “cuñada” con una emoción contagiosa.
— Ay, ¡yo sabía que vosotros dos erais perfectos juntos! ¡Ariel, no sabes lo feliz que estoy de tenerte en la familia! — dijo Alicia, con una expresión llena de cariño.