563. CONTINUACIÓN
GERÓNIMO:
Me detengo y observo a Estéfani, que tiembla detrás de mí. La pista es peligrosa, la puerta es fuerte, y no creo que la moto pueda romperla; además, el motor alertará a los guardias. Aprieto los labios mientras manejo. Estéfani cierra los ojos y se hace aún más pequeña contra mi espalda. Abre los ojos al sentir que me detengo a una buena distancia de la entrada de la casa de mi suegro, donde está el avión que me puede sacar de esta infernal isla.
—Eso es una locura —dice ella al ver mis intenciones.
—¿Estás dispuesta a hacerlo? —pregunto con seriedad y agrego: —No quiero dejarte, pero puedo escapar yo solo y venir por ti después.
Estéfani me mira, desconcertada, como si las palabras que acabo de pronunciar fueran otra de las tantas locuras que me ha escuchado decir últimamente. Sus ojos, llenos de miedo y desesperación, se aferran a los míos buscando alguna clase de certeza, pero en este momento ni siquiera yo estoy seguro.
—No me hagas eso —responde con voz tembloro