Mamá observa con una calma peligrosa mientras se cruza de brazos. Sé que está analizando cada palabra, cada gesto de esta mujer. Chiara comienza a tambalearse cuando entiende que ni mamá ni yo estamos dispuestas a tragarnos sus palabras vacías sin cuestionarlas.
—Yo sí lo denuncié, pero ya sabes que ellos son los Garibaldi —balbucea—. Tienen a la policía de su parte. Su tío Colombo lo borró todo. Y si no quieres creer en mí, eso ya no está en mis manos. Pero te advierto, Cristal, estoy aquí por una razón: mi hija, la hija de Gerónimo. Ella merece justicia. —Entonces da los datos que te pedí —le insisto, sosteniendo el teléfono en mi mano—. Ahora mismo. Nombre completo, la fecha exacta. Hagamos que esa "justicia" comience. —¿Tienes el certificado médico de que te violó?