Lena dejó de respirar por un instante; mis palabras fueron demasiadas para procesar. Sus ojos perdidos buscaban respuestas entre las sombras del cuarto, pero yo sabía que no había explicación que pudiera sanar todo lo que se había roto.
—Levántate, querido, no tienes que pedir perdón, los dos fuimos engañados. ¿Y todos estos años, no te diste cuenta de que no era yo? —preguntó finalmente, con un susurro. —Sí sospeché desde la primera vez que la toqué; no sentía con ella lo que siento contigo. Le hice la prueba de paternidad, pero dio positivo —me detuve un momento—. Yo creía que eras tú. Ella sabía todo sobre nosotros, sobre lo que compartimos, sobre lo que significabas para mí. Usó todo eso en mi contra. —¿Positivo? ¿Cómo? ¿Utilizaste un cabello