No pudimos evitar soltar una gran carcajada. Él siempre ha sido quien rompe la tensión en las conversaciones. Gerónimo me abrazó mientras reía también, aunque, bajo mi mirada de reproche, se apresuró a corregirse:
—No digas eso, Oli. Solo está molesta —me defendió rápidamente. Luego, con su tono paciente y al mismo tiempo firme, añadió—: A ver, linda, tienes que ser inteligente. Tenemos que encontrar toda la información que podamos sobre esa mujer.—¿De veras es necesario? —dije, haciendo un puchero deliberado para intentar suavizar la situación.—Sí, Cristal —respondió Darío con seriedad—. Helen es más atenta que tú. Se fija en todo. Puede que haya visto o escuchado algo que tú no notaste. Yo la investigué muy bien.Fingí estar ofendida por ese últim