Sin decir una palabra más, Gerónimo la llevó hacia la cama. La besó con todo el amor que tenía dentro, como si quisiera demostrarle sin palabras todo lo que ella significaba para él. Cada caricia, cada mirada, era una promesa, un pacto que no necesitaba letras ni ceremonias. Cristal se aferró a él de la misma manera, como si ambos pudieran perderse el uno en el otro y, al hacerlo, encontrar la única paz que el mundo les negaba.
Y vuelve a abrazarla con locura, besándola completa, adorándola. Es su mujer; jamás se separará de ella, no permitirá que nadie lo haga. Luchará con uñas y dientes para mantenerla a su lado. Mañana mismo se irá a hablar con el bisabuelo; si hay alguien que lo puede librar de esto, es él. Seguirá cada una de sus indicaciones. Su mente vagaba, sus manos y su boca recorren el cuerpo de Cristal, que gime ante