Y, sin más preámbulos, la introduce de un golpe. Cristal echa su cabeza hacia atrás al tiempo que se arquea ante el ímpetu y la grandeza del miembro. Abre aún más las piernas para darle total entrada, al tiempo que lo atrae para besarlo con ansias.
Gerónimo disfruta de la visión de su esposa, continúa arremetiendo con fuerza, pero despacio; quiere alargar el placer. Se toma todo el tiempo para hacerle el amor a su Cielo, no quiere que termine nunca.Ella sigue contoneándose con placer entre gemido y gemido. Gerónimo toma bocanadas de aire; siente cómo toda su sangre se aglomera en su miembro viril.—¡Rayos, Cielo mío! —exclama al sentir que no va a poder aguantar mucho. Ella lo mira y sonríe, moviéndose ahora con más ahínco. La toma por la cintura, tratando de dirigir y controlar su movimiento, pero ella lo envuelve con sus piernas y