Antes de que Gerónimo pudiera insistir en las respuestas, la línea se cortó abruptamente. Su expresión quedó marcada por una mezcla de frustración y desconcierto mientras aún sostenía el teléfono en la mano. ¿Qué estaba pasando?
En otro lugar, mientras Gerónimo intentaba asimilar lo ocurrido, Guido colgó con una sonrisa electrizante en el rostro.—¡Lo encontramos, lo encontramos! —gritó lleno de alegría, atrayendo inmediatamente la atención de quienes lo acompañaban—. ¡Lo tiene mi hermano en la casa del tío Rossi! Vamos por él ahora mismo.El júbilo en la sala fue instantáneo. Un grito unánime de celebración se escuchó, y los presentes se abrazaron entre ellos. El ambiente se había transformado por completo: las risas echaban fuera el peso de la angustia que hab&iacu