Guido se levantó de nuevo, caminando de un lado a otro, sintiendo cómo sus pensamientos lo consumían.
—¿Creen que lo tiene mi hermano? —dijo finalmente, con una voz cargada de determinación y esperanza—. Tengo que saber la verdad. Si es cierto lo que sospechan, voy a hacer que mi madre pague por cada maldito daño que haya causado.—Es solo una teoría que se le ocurrió al detective Colombo —aclaró su suegro de nuevo. — Pero creemos que tu madre es capaz de eso y mucho más, por eso vinimos. ¿Por qué no llamas a tu hermano? Colombo lo llamó y no contestó.—Eso suena como algo que haría mi mamá —dice Guido, pensativo y con la esperanza de que sea verdad—, lo haré ahora mismo. Préstame tu teléfono Cecil, el mío no tiene carga. Cecil corrió a buscar su teléfo