Cristal lo observa, sus ojos llenos de emociones mezcladas: miedo, incertidumbre, amor y algo más que ni siquiera ella puede identificar por completo. Baja la mirada hacia sus manos, buscando las palabras adecuadas para responder.

—Es hermoso, como tú. Los ojos son los mismos —dijo, interrumpiéndose mientras clavaba la mirada en Gerónimo por un momento antes de continuar—. Yo creo que es tuyo, y si lo es, también es mío. Lo criaremos como a nuestro primer hijo, ¿te parece bien?

Gerónimo la miró sin poder creer lo que estaba escuchando. Un nudo en la garganta comenzó a formarse mientras trataba de procesar esas palabras. Se preguntaba cómo era posible que, después de haber sido el peor de los casanovas, de haber hecho sufrir a tantas mujeres en su vida, tuviera la fortuna de que el destino lo cruzara con alguien tan generoso y valiente como Cristal.

—¿De v