Mundo ficciónIniciar sesiónEmma conducía por el camino de tierra a toda velocidad, con los faros cortando la oscuridad del bosque.
La camioneta negra seguía acosándolos desde atrás: más cerca que antes, más agresiva.
Sofía lloraba en silencio en el asiento, con los puños apretados y la respiración entrecortada.
Ricardo seguía detrás de ellas en su carro viejo, intentando cubrir la retaguardia.
Emma tenía las manos tan tensas en el volante que los nudillos le dolían, pero no aflojaba. No podía. No con Sofía temblando detrás de ella. No con la certeza de que si frenaba, no habría regreso.
El celular vibró en la bandeja.
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