Mundo ficciónIniciar sesiónEl amanecer bañaba Casa Esperanza con una luz dorada que se filtraba entre los ventanales. El refugio despertaba despacio: el murmullo de los niños, el aroma del pan recién hecho, los pasos suaves de Nora en la cocina. Todo parecía volver a la calma después de semanas de sobresaltos.
Sin embargo, en una de las habitaciones del ala este, la paz tenía otro ritmo.
Allí, sentada al borde de la cama, estaba Sofía, la niña que había llegado la noche de la tormenta.
Tenía el cabello oscuro y largo, los ojos grandes y tristes, y una quietud que asustaba. Casi no hablaba. Ni siquiera había querido comer mucho desde su llegada. Pasaba horas mirando por la ventana,







