OLIVIA
Puedo sentir como los rayos de sol golpean mi rostro al escabullirse entre las cortinas de mi ventana, pero me rehuso a levantarme, pese a que sé que tendré que hacerlo en cualquier momento.
El que haya salido el sol, solo indica que debo comenzar con mis quehaceres y así no tener problemas.
Apreto con fuerzas la delgada frazada contra mi cuerpo y suelto un suspiro dándome ánimos para poder comenzar el nuevo día. Abro sin muchas ganas mis ojos y el sonido de los primeros pajaros cantando comienza a hacerse escuchar atraves de las paredes.
A regañadientes me desprendo de mi frazada y me levanto del delgado colchón que tengo en el suelo restregándome un ojo para intentar quitarme de encima el cansancio, pero es inutil.
Los musculos me duelen y el cansancio siempre está presente. No hay forma de que no lo esté, menos con la vida que me tocó.
Me levanto y voy hacia el pequeño baño que tengo dentro de mi habitación. Me miro con pesar en el espejo, viendo mi cabello sin brillo y l