Esa era su primera aparición pública luego del circo de la prensa por el secuestro. Esta vez, los siguió una comitiva de guardias, armados, entrenados y con la única misión de protegerla.
Jerónimo entró al salón con su esposa del brazo, sonriendo, listo para disfrutar. Detrás, Verónica del brazo de Martín. Resignada a cumplir su papel. No era mal tipo, era guapo y siempre la trataba con delicadeza. Nunca la contradecía, nunca gritaba o discutía con ella…
Caminaron entre las personas, saludaron sonriendo, cada uno cumpliendo su rol con gracia. Entonces levantó la mirada, sintió un cosquilleo en la nuca y ahí estaba: Maximiliano del brazo de su futura esposa.
El Jaguar le clavó la mirada y ella la percibía aun en la distancia. ¡El desgraciado mentiroso, secuestrador e idiota! Todo elegante, todo como él, con su novia. La que se suponía era la «elegida», la indicada y única capaz de llenar ese espacio a su lado.
Maximiliano apretó la mandíbula. ¿Así que ese era el novio? ¿Ese bobo con ca