—Y dime, Verónica, ¿qué planes tienes ahora? —preguntó Martín, durante el postre.
—Tal vez vuelva a trabajar con las aves. A entrenarlas, a estudiarlas. Es lo único que realmente me gusta.
—Me encantaría verte en acción. He oído que eres asombrosa, que tienes un don especial con ellas.
Ella sonrió por primera vez, con sinceridad, sin fingir.
—Hablando de aves —intervino Jerónimo, aprovechando el momento de distensión—, Martín ha trabajado en reservas naturales. Es uno de sus proyectos paralelos a la diplomacia.
—¿En serio?
—Sí, especialmente con águilas calvas. Majestuosas criaturas. Estuve en un proyecto de reintroducción en el norte. Verlas volar libres después de haber estado en peligro... no hay nada igual.
Era tan correcto hasta para hablar…