No lo había. El interés, la atracción que sentía por ella no lo había llevado a dar pasos extras hacia ella. Era terreno escabroso y se arriesgaba no solo a perderse nuevamente en el pesar, sino también a molestar a Regina e incluso a Milo. Era lo último que quería, generar problemas entre los suyos.
—No sé si alegrarme o preocuparme por esto—dijo Milo, pensativo, acariciando la mejilla de Brooke— Si atiendo al deseo que tengo de que recompongas tu vida amorosa, sería lo primero. Pero Tina… Sabes que Regina la adora y si algo malo le pasa, te culpará y te sacará los ojos.
—Mi vida está bien como está—gruñó Jace— Y no intento nada. Kaleb fantasea.
Sus hermanos habían pasado años tratando de arrojarlo en brazos de mujeres bellas, profesionales, ya amigas o colegas. Parecían pensar que él no podía lidiar con la tarea de agenciarse una, si así lo quisiera. Jace sabía que era atractivo y que no pasaba desapercibido entre el sexo contrario. Tenía propuestas e invitaciones sexuales que no de