Él escuchó un buen rato y Tina sintió que el tiempo se detenía, hasta que lo observó distender sus músculos y aflojar la mandíbula, mientras la miraba y ofrecía una sonrisa.
—Lo atraparon. Funcionó tal y como lo previeron.
Ella sintió que las piernas se le aflojaban y se tomó de una de las sillas altas, donde se apresuró a sentarse. Habían atrapado al maldito bastardo. Lo tenían. Se tapó la boca con ambas manos para contener un sollozo, y Jace corrió hacia ella y se hincó entre sus rodillas, mirándola con preocupación.
—Matt, voy a cortarte, Tina no se siente bien. Hablamos luego—tiró el teléfono sobre la alfombra y sus manos envolvieron el rostro femenino.
—Salió bien, tienen lo necesario. Está en custodia policial, pero vapuleado. Se resistió a ser detenido y arrestado. No hay más amenaza, Tina. No llores.
Había cierta preocupación en su tono, y ella acercó sus labios y lo besó con ardor.
—Es el alivio que siento el que me hace verter estas lágrimas.
Probablemente tensión y preocupa