La Ausencia
La penumbra era total en el penthouse de Callum. Las luces de la ciudad se filtraban apenas por los ventanales, un resplandor lejano que no lograba atravesar la densidad de la oscuridad que lo rodeaba. No había música, ni ruido. Solo el murmullo apagado de su respiración y el eco de su mente, incansable, afilada.
Se había quitado la chaqueta horas atrás, la corbata yacía olvidada sobre el respaldo de un sillón. Sentado frente al ventanal, con un vaso de whisky intacto entre los dedos, Callum meditaba lo que había hecho… y lo que estaba dispuesto a hacer.
Sus padres siempre le habían enseñado a ganar limpiamente, a ejecutar jugadas impecables, sin emociones que entorpecieran el cálculo. Y ahora estaba devolviendo la lección con la misma perfección quirúrgica: acorralándolos con sus propios métodos, atrapándolos