Mundo de ficçãoIniciar sessãoEl mal presentimiento que me había despertado aquella mañana no me abandonó en ningún momento.
Por más que intentara aferrarme a las palabras de Rose, dulces y tranquilizadoras, esa punzada persistía, agazapada en lo más hondo de mi pecho. Y aun así, me repetía que no debía dejarme consumir por ella. Si algo verdaderamente terrible ocurría, estaba segura de que Nuriel, Nora y Ezra encontrarían la manera de resolverlo. Siempre lo hacían. Pasé el resto del día encerrada en mi habitación. Rose me llevó el almuerzo y, para la cena, fue Catherine quien apareció en mi puerta con una bandeja entre las manos. Su visita me tomó por sorpresa; después de tantos días de evasivas y ausencias, verla allí me produjo un extraño contraste de alivio y preocupación. —Buenas noches, señorita. Le traigo la cena. Su voz mantenía la misma cortesía de siempre, pero su rostro la traicionaba. Estaba más abatid






