Mundo ficciónIniciar sesiónUnas caricias suaves sobre mi rostro me arrancaron del sueño. Parpadeé un par de veces, todavía envuelta en esa neblina adormilada en la que todo parece un eco distante.
La luz tenue de la habitación bañaba las paredes con un resplandor cálido, y el aroma de la madera mezclado con un perfume delicado me recordaron, poco a poco, que este no era mi cuarto. Era la habitación de Nuriel. Mis pensamientos aún se acomodaban cuando mis ojos se toparon con una figura frente a mí. Un par de ojos distintos, tan inusuales como hipnóticos, me observaban con paciencia. Los reconocí al instante. —Nora… —murmuré con voz perezosa, y noté que mi tono había salido más dulce de lo que pretendía. Él me respondió con esa sonrisa ladeada tan suya, siempre cargada de enigmas que nadie más parecía poder descifrar. —¿Dormiste bien? —Sí —respondí, estirándome un poco antes de devolverle la sonrisa.






