Mundo ficciónIniciar sesiónMe coloqué detrás de ella, arrodillándome sobre el mullido colchón, y con cuidado deslicé la fina tela que cubría sus hombros.
Su capa verde pastel cayó suavemente, dejando al descubierto su piel cálida y tersa. Sentí cómo su cuerpo se tensaba apenas bajo mis manos, no por incomodidad, sino porque llevaba demasiado tiempo acumulando esa carga que la estaba consumiendo. Mis dedos comenzaron a moverse con precisión sobre sus hombros, aplicando la presión justa en cada nudo, cada punto de tensión. Sabía dónde tocar, dónde deslizar los pulgares, cómo liberar esa rigidez que se había ido acumulando por días, tal vez semanas, de preocupación y agotamiento. Al contacto, Nuriel dejó escapar un suspiro largo y tembloroso, como si finalmente pudiera soltar parte del peso que la aplastaba. —Eso se siente… increíble —susurró, con los ojos cerrados. Su cabeza cayó ligerame






