Hace tanto tiempo Amor...
Hace tanto tiempo Amor...
Por: Cristina López
Capitulo Uno.

Los pasos de Pilar eran cortos y temblorosos, todo giraba a su alrededor, o quizás solo era ella mareada ante la situación, aun se preguntaba como todo había terminado de esa manera, no solo su matrimonio, era todo lo que su familia había tenido, más de lo que alguna vez pudo soñar, no se iba a mentir, en el fondo siempre supo que todo era demasiado bueno para ser verdad.

Ahora solo le quedaba afrontar su desgracia, pero ¿Cómo hacerlo? ¿Cómo le diría a su padre que habían perdido toda su fortuna? ¿cómo enfrentaría un embarazo cuando ni siquiera tenía un techo sobre su cabeza? ¿Qué le diría en un futuro a su hijo? ¿la culparía como su ahora exesposo lo hacía? ¿alguien creería en ella?

Respiro con dificultad, mientras el agua helada de la lluvia empapaba su ropa, ese abrigo que era tan costoso y sin embargo, no alcanzaba a cubrir su enorme barriga, porque lo había comprado la temporada anterior, cuando su cuerpo era esbelto, se podria decir que era lo único que le quedaba, lo que cargaba con ella, y de pronto esa mínima carga era demasiada, tanto como para hacerla tropezar con sus propios pies, por lo que dejo caer su bolso, ese de diseñador que Daniel le había regalado en su último aniversario, ese mismo que tenía la información de su embarazo y ahora los papeles que dejaban en claro que se había divorciado.

— Yo no hice nada malo.

Murmuro al aire frio de la noche, acariciando su vientre de casi nueve meses de embarazo, dejando caer tanto la cartera como el abrigo que ya no cumplía con su función, tratando de saber que era o que debía hacer, si le quedaba algo por intentar, pero la verdad era que no, ya no tenía nada, todo lo había perdido, y mientras sus lágrimas caían, solo le quedo mirar al cielo, noches fúnebres si las hay y esa sin duda era una de ellas.

Detuvo sus pasos al reconocer el camino que estaba transitando, ¿en verdad pensaba regresar a la villa loma negra? ¿acaso su cerebro no se enteraba que lo había perdido todo ya? Que nadie abriría la reja del lujoso vecindario, donde solo había cinco mansiones, donde una vez estuvo su hogar.

— Eres una pobre rica, que ahora ni rica es.

Se dijo mientras giraba, recordando como sus exsuegros la llamaban, la nueva rica, la pobre rica, la que desentonaba con el lugar y su alta alcurnia, la hija de quien había ganado la lotería, una mujer vulgar, dijo una vez Marta, oh, si, ahora la podía imaginar descorchando algún champagne, brindando ante la felicidad de que su amado hijo ahora era un hombre divorciado, ahora podía continuar con su plan de desposarlo con Clara, mientras ella…

— Ya no tengo nada. — aseguro frotando su vientre. — Lo siento, mamá está muy cansada.

Y claro que lo estaba, no era solo el hecho de que llevaba dos días sin poder dormir, sino porque fueron seis meses de alegaciones y suplicas, de llorar e implorar, mientras que Daniel no demostró ni un mínimo de duda, no le creía, jamás lo haría, su corazón que tanto le aseguro pertenecerle, la había sacado de él sin duda alguna, más que dispuesto a meter a otra allí.

Sus pies la llevaron al puente cercano, y se le hizo imposible no recordar lo hermoso que se le hizo aquel camino la primera vez que lo tránsito, como un cuento, la pobre que se hace rica y desposa a un gran CEO de la industria de la arquitectura… el sueño que se convirtió en pesadilla, todo se había arruinado, y su familia con ella, no tenía las fuerzas para continuar, mucho menos para ver a la cara a sus padres, sabía que no le reprocharían nada, solo era ella, y su error, no podía vivir con ello, ya no.

— Si existe un Dios, solo espero que me perdone.

Pidió con más fervor del que alguna vez sintió, mientras sus pies se posaban en la cornisa del puente, el agua bajo ella viajaba rápida, seguramente estaba helada, y por un segundo se preguntó, si la mataría el impacto, o si moriría de hipotermia, o quizás ahogada, aunque en el fondo, solo esperaba que al menos eso fuera justo, una muerte rápida, y la menos dolorosa, al menos eso merecía ¿verdad?

Ares era el magnate más cotizado en la industria de la construcción, Zabet&CO, llamo a su imperio, uno que heredo e hizo crecer cuando apenas era un adolescente, claro que muchos dirán que le fue fácil, ya que Ares provenía de una familia adinerada, sin embargo, la verdad era que todo lo que poseía lo tenía por mérito propio.

Pero algo faltaba en su vida, algo que ni él sabía que era, hasta que la vio, Pilar, la sola mención de su nombre le erizaba la piel, su belleza, ante sus ojos era inigualable, con su cabello castaño, su tez oliva, sus ojos marrones, y sus labios rojos, una más del montón, le había dicho uno de sus hermanos, un día cuando le describió a la mujer ideal, claro que no se atrevió a decir que no la había imaginado, sino que la había visto, eso no estaría bien, pues el día que la vio, fue cuando llego a la villa loma negra, felizmente casada con un bueno para nada, niño de mami, en fin, su competencia, aun así, supo controlar sus emociones, jamás le había envidiado nada a nadie,

Él era el gran Ares Zabet, siempre logro lo que quiso, con esfuerzo, con paciencia, con… estaba enloqueciendo, esa era la verdad, en un principio pensó en mudarse de su mansión, la más grande de las cinco que había en aquel vecindario privado, mismo que le pertenecía, pero no pudo, no podía dejar de verla, de anhelarla, y si antes Daniel Duarte era su competencia, se había convertido en un oponente, aunque no sabía cómo competir con él, pues Pilar… no le regalaba ni una mirada, solo esporádicos saludos de cortesía cada vez que coincidían en algún lugar del lujoso vecindario, y eso lo estaba alterando, a tal punto que incluso había comenzado a ver a un psicólogo, quien le aseguro que lo que sentía por su vecina, más que amor, era obsesión, pero no lo podía evitar ¿o era que no queria hacerlo?

— Mi recomendación es que tome distancia de la persona en cuestión, usted está generando una obsesión, esto recién está comenzando, y es mejor hacer todo lo que este en nuestras manos ahora, antes que desencadene a un problema mayor.

Dijo con severidad el médico, hacia dos meses que lo trataba y hacia dos años que Ares solo seguía a Pilar por cada rincón de la villa loma negra.

— ¿Problemas mayores? ¿usted esta insinuando que podria hacerle algún daño a la mujer que amo?

Las alarmas del médico se encendieron y no era para menos, el amor no surgía con una mirada, definitivamente Ares tenía la mente un poco nublada, por las emociones que esa mujer le hacía sentir.

— Solo digo… que debería alejarse…

— ¡Nunca! No la dejare, ella será mi esposa, ella será mi reina, pondré el mundo a sus pies de ser preciso, ya lo verá.

Era el fin, se dijo el doctor, era el fin de la cordura de Ares, y de la calma de Pilar.

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