Mundo de ficçãoIniciar sessãoAres había convertido uno de los cuartos de su enorme mansión en un centro de planeación, donde las fotos de Pilar y un mapa de villa loma negra se mezclaban, el campo de golf, era frecuentado por el inepto de esposo que la joven tenia, por lo que también comenzó a ser frecuentado por Ares, ya que Pilar acompañaba al bueno para nada de Daniel, luego estaba el parque, el sector que más le gustaba a Pilar y por ende, el que comenzó a ser el favorito de Ares, tenía el itinerario de la joven en sus manos, y le molestaba atrozmente el saber que ella no trabajaba, claro que no lo necesitaba, pero es que Ares veía tanta astucia en el brillo de sus ojos marrones, que estaba seguro que llevaría mejor que Daniel las acciones de la familia Padilla, se detuvo en ese pensamiento, recordando que la familia de Pilar se había hecho con una buena fortuna solo tres años atrás gracias a la lotería, el señor Franco Padilla era un hombre afortunado, pero no era bueno para los negocios, eso estaba más que claro al dejar que el idiota de yerno que tenia se hiciera cargo de su dinero, eso le preocupaba más de lo que debería, ¿y si Daniel desfalcaba a su suegro? ¿si dejaba a Pilar sin nada? Quizás, él tenía la forma de llegar a ella después de todo, si lograba acercarse a ella tanto como para hacerle ver que los negocios de Daniel no rendirían frutos, y que él como el gran magnate qué era, podía no solo invertir correctamente el dinero de Franco Padilla, también podía incrementarlo, hacerla aún más afortunada. Con eso en mente, salió con rumbo al parque, pensando en que debería comprar un cachorro, había notado como a la joven le atraía las cosas peludas que corrían y ladraban de un lado a otro, y por lo que había podido averiguar, su inútil esposo, era alérgico a los perros, incluso en eso era patético, mejor aún, no podía consentirla o hacerla feliz en ese aspecto, si él estuviera en su lugar, no habría alergia que lo detuviera para hacerla feliz.
Su corazón se aceleró por solo verla en una banca, observando con anhelo a un perro blanco de pequeña estatura completamente esponjoso, debería comprar uno de esos se dijo.
— Buenas tardes. — dijo con voz profunda, y Pilar quito la mirada del animal, para verlo a él, y se sintió tan bien, como si fuese él quien acababa de ganar la lotería
— Buenas tardes, señor, Zabet. — su sonrisa, era el sol mismo, al menos para Ares.
— Ares, por favor, somos vecinos, las formalidades estan de más. — la joven solo sonrió, y Ares supo que la siguiente vez, también lo llamaría por su apellido, como siempre, ella era tan correcta, como si temiera cometer un error, como si el tutearlo causara algún problema mayor.
— ¡Pilar! — la voz de Marta casi le perforo el oído a Ares, el ver a la madre de Daniel le causaba malestar, se comentaba que esa mujer era insoportable y que trataba a su hijo como un niñato.
— Marta, hola. — su bello tormento no alcanzo a ponerse de pie y Ares tuvo que dar un paso atrás, pues la mujer ya de edad parecía un tren sin frenos.
— ¿Cómo es eso que estas embarazada?
Ares sintió que le arrancaban el corazón, con las pocas fuerzas que le quedaban regreso a su mansión, una enorme, que en un principio solo uso para generar atención sobre su vecindario cerrado, una que cuando conoció a Pilar pensó que podria llenar con niños, sus niños, de ambos, él en verdad había creado un mundo en su mente, uno que ahora se hacía añicos.
Fue un golpe duro, fue un golpe de realidad, se sentía como icaro, queriendo volar más alto de lo permitido, ¿era verdad lo que se decía? Quienes son afortunados en la vida, no lo son en el amor, pues si ese fuese el caso, él daría su fortuna y la ajena, si con eso pudiera tenerla a su lado.
Su dolor y furia fueron tantas que por poco casi destruye la mansión, las empleadas comentaban que el señor había perdido un gran negocio, aunque para Ares era mucho más que eso, él había perdido la vida y ante las ideas que rondaban su mente, decidió irse, ni siquiera empaco, tenía demasiado dinero para preocuparse por algo como eso, solo necesitaba sus tarjetas y documentación, solo eso tomo y huyo, trato de escapar de esas ideas macabras y siniestras que rondaban su mente, cosas tan oscuras que lo asustaban, como el secuestro e incluso el homicidio, no, jamás podria convertirse en un criminal ¿o sí?
Lo pensó, no una vez, no una noche, fueron meses que su mente ideo cosas que ni él sabía que podía pensar, ¿Cuál era la diferencia entre un magnate y un asesino o secuestrador? Ya no lo sabía, solo sabía que la queria a ella a su lado, viva o muerta… y entonces todo perdía sentido, no podía herirla, el matar a su esposo seria lastimarla ¿Por qué lo amaba? ¿Qué vio en ese bueno para nada? Las preguntas y las ideas de como quitar del medio a ese estorbo de persona le quitaban el sueño y el apetito, había descuidado sus negocios, sus compañías, había delegado cada una de sus responsabilidades, porque ya nada le importaba, pasaba sus días bebiendo y sus noches fumando, estaba a punto de caer, estaba más que seguro que lo haría, entonces, decidió caer, prefirió acabar con su vida, antes de cometer una locura que dañaría a Pilar y, aun así, quiso verla, solo una vez, una última vez.
Fueron meses en los que no supo cuando dormía, cuando comía, si había perdido la cordura o si nunca la tuvo y solo ahora se percataba de ello, lo único que pudo observar en el espejo fue su reflejo y lo que le mostraba no le gustaba, era un despojo humano, un vagabundo tendría mejor aspecto, y decidió que debía arreglar eso, Pilar seguro iría a su funeral, ¿verdad? Eran vecinos y él era un gran magnate, entonces, al menos buscaría estar bien para que ella lo viera.
Y fue así, como luego de meses de ausencia, regreso, la ciudad lo recibió con la lluvia arruinando su traje, algo que poco le intereso, planeaba pasar la noche, cambiando su testamento, dejando todo a nombre de Pilar Padilla, solo a ella, algo que su esposo no pudiera tocar, ni el hijo de este, solo procuraría de que ella lo recordara, tal vez también debería dejarle una carta, dándole el motivo de su muerte, el saber que ella tendría un hijo con otro hombre lo había destruido… no, borro eso de su mente, no queria que ella cargara con la culpa de su suicidio, pero… y si la secuestraba… ¿en qué estaba pensando?
De solo imaginar a Pilar llorando o viéndolo con miedo, le quemaba el alma, no, definitivamente no queria eso, guardaría esa última sonrisa que le regalo por cortesía en el parque, si, eso haría.
Y cuando al fin ingreso a la única calle que lo llevaría a villa loma negra, vio un bolso y abrigo tirados en la carretera, en otra circunstancia no se habría detenido, pero malditamente conocía ese bolso, era uno de diseñador, uno de edición limitada que escucho por casualidad que Pilar queria, uno que le hizo llegar como un regalo anónimo, pero que sin embargo, luego supo que Daniel lo hizo parecer como que era el regalo de aniversario, algo que lo enfureció, no el que ocupara su regalo, porque al fin y al cabo, habían terminado en las manos de Pilar, lo que lo enfureció, fue el saber que ese hombre patético, no recordara su aniversario de casado.
Casi con miedo, detuvo el vehículo y descendió de él, ¿el amor de su vida había tenido un accidente? No lo sabía, pero lo averiguaría.
— ¿Pilar?
Pregunto con miedo, sintiendo que el corazón se le detendría de un momento a otro, por solo verla sobre la cornisa del puente.
— Pilar, ¿Qué haces?
Su voz era apenas audible, sus pies, parecían de concreto, aunque la verdad era que estaba gritando y corriendo, esforzando a sus piernas a ser más rápido que en cualquier momento de su vida.
— ¡Pilar!
Grito provocando que su garganta doliera y su corazón continúo latiendo, por solo haber tomado la muñeca de la mujer que amaba.
— ¿Señor Zabet?







