El viento nocturno acariciaba mi rostro, y aunque mi mente se encontraba en constante agitación, el silencio de la noche me ofrecía una extraña paz. Las estrellas brillaban con fuerza, como si el universo estuviera observándome, esperando que tomara la siguiente decisión. Había hecho tanto, luchado tanto, y sin embargo, algo me decía que el fin de la guerra no era el fin de mi viaje.
Hace unos días, todo parecía haber vuelto a la calma. Después de años de luchas, sacrificios y pérdidas, el mundo parecía haberse detenido en una tregua momentánea. Había logrado restaurar un equilibrio frágil entre las razas mágicas y los humanos. En los ojos de los demás, era la heroína, la que había salvado el mundo. Pero yo sabía la verdad.