La gran sala estaba llena de murmullos y miradas intensas. Había convocado a representantes de todas las razas, aquellos que alguna vez estuvieron enfrentados, y aquellos que se habían mantenido distantes por miedo o desconfianza. Humanos, elfos, criaturas mágicas de todo tipo, y aquellos que aún creían que la magia no era más que un peligro que debía controlarse. Todos estaban allí, unidos bajo el mismo techo, pero no por elección. Al menos, no aún.

Me encontraba de pie en el centro de la sala, bajo el inmenso techo de piedra que una vez sirvió como testigo de pactos antiguos, de decisiones tomadas en la oscuridad, de secretos guardados en las sombras. Esta era una nueva era, y mi voz sería la que rompiera el silencio que se había mantenido durante tanto tiempo.