—Jamás, jamás, vas a creer lo que pasó —le dice Giorgia a Emily, al día siguiente, cuando le hace la primera videollamada del día, mientras realiza su rutina de arreglo para ir a la oficina.
Todas las mañanas hablan a través de videollamada mientras se arreglan para ir a trabajar. Es una costumbre que han tomado desde la adolescencia y que las hace sentir cerca cuando las obligaciones no les permiten poder verse para hablar sobre las cosas que suceden en sus día a día.
—¿Qué pasó? —pregunta Emily, quien hasta ha detenido la aplicación de su maquillaje para poder ver a su amiga a través de la pantalla, con la curiosidad floreciendo en su rostro.
—¿Te acuerdas del amigo idiota de tu novio? Ese que me iban a presentar el día de la dichosa cita a ciegas.
—¿Julian? Claro que me acuerdo. Aunque te digo, desde ese día no lo he vuelto a ver. Tampoco he hablado de él con Max, porque es... Bueno, medio raro. No le interesa hacer amistad con las novias de sus amigos.
Giorgia suelta un bufido iró