Espirales de calor hierven a fuego lento en el estómago de Giorgia mientras, sin dejar de besarse tan posesiva y hambrientamente, van avanzando a trompicones hacia la puerta de su suite. La mano de Julian vaga hacia su hombro, rozando el costado de su torso y finalmente estableciéndose en su cintura. Julian aprieta y el deseo la sacude hasta su espina.
Temblando, Giorgia deja caer la cabeza hacia un lado, pero Julian toma su barbilla y con cuidado le levanta el rostro. Él rueda la lengua por sus labios y toma un respiro. El vientre de ella se anuda y su respiración se vuelve superficial cuando fija sus ojos en los azules suyos; el calor aumenta en ellos, volviéndolos casi grises, y sus ojos caen sobre las tetas de ella.
Lamiéndose los labios, Julian deja caer una mano en la puerta y la abre. Empuja suavemente a Giorgia hacia adentro y también entra, cerrando la puerta tras de sí. La esquina de su labio se tuerce.
Mira hacia abajo y pone su mano en la cadera de ella, y la atención de